AUTOBIOGRAFÍA no autorizada 1ra entrega

Opiniones24 de julio de 2020 Por Gustavo Coletti
El Diametro Canon52


Durante los años 40s, el mundo vivió en la tragedia de la IIda Guerra Mundial y de la Bomba Atómica. Cuando se despertó de eso, la segunda mitad de la década vio nacer el neorrealismo en el cine italiano y el existencialismo.
Y de algún lugar del universo, o de las sombras, o de la nada, llegué a este planeta para nacer en 1948
Remover ahora en mi memoria es un ejercicio onírico, nostálgico y muchas veces triste. Es un camino que recorreré inseguro, donde me será muy difícil separar la realidad de la fantasía.
Nací en Rosario, Argentina. Una ciudad que hoy me parece que siempre fue hermosísima.
Pero no vivo más ahí. Me fui hace más de 40 años. En algún momento descubriré porque cuando pienso mi estadía en ese lugar, y mis cosas hasta el fin de la adolescencia… lo recuerdo todo en blanco y negro.
Seguramente porque me educó el cine, y la mayor parte del cine que yo veía era en blanco y negro. Películas europeas en una vieja sala de la calle Mitre que se llamaba Odeón.
Tenía 7 años cuando el Ejército Argentino bombardeó Buenos Aires, la capital. Para mi, eso se mezclaba con lo que me contaban de la guerra. Entonces… me costaba entender en 1955 que no vivía una guerra.
Pero la niñez es algo hermoso y la adolescencia también. El calor de la playa en el verano, la visión a través de la lluvia, la noche estrellada, la tranquilidad de los bosques, correr, soñar, todo tenía una intensidad que hoy la he perdido. Todo está aparentemente igual… pero es distinto.
La sensibilidad de la infancia es superior,
Sigue siendo altísima en la adolescencia, pero después, se va perdiendo.
Me instruyeron los curas, con esa lamentable manía que tienen ellos de educarte en la superstición, en la culpa, y en la mentira. En el temor a Dios. Maldito dios que se empeñaba en castigarme porque yo era lo que él había creado. Y maldita iglesia, por fabricarme laberintos para la razón.
Y regalarme la mitología del infierno…
Todo venía desde el tótem, ese tótem sagrado alrededor del cual bailaban los hombres primitivos. Después con el tiempo ese tótem tuvo otros símbolos religiosos, primarios, hasta llegar a nuestros días.
¡Cuánto nos cuenta siendo adultos sacarnos todo lo aprendido! Desprogramarnos…
Por suerte algunas cosas compensaban en este oficio de vivir.
No hubo nada tan placentero como descubrir las delicias del cuerpo femenino. Todo lo que tenía escondido era divino. Más divino que todo lo que me proponían como divino.
Y estaba casi prohibido…
Entre las piernas de una mujer, en su pubis y entre sus nalgas, estaba el rostro verdadero de dios… si quería practicar un culto. Y mi culto ya estaba claro que era la transgresión y el pecado.
La belleza femenina accesible, el rostro, los labios, la intención de la mirada, la cabellera, la risa, los modales, la voz, eran los puentes que me ayudaban a llegar al paraíso.
Y mi lugar preferido del paraíso… era la cama.
Comprendí siendo muy joven que solo la complicidad de la mujer podía regalarme los placeres más intensos que conocería mi cuerpo.
Y el placer pronto se convertiría en vicio….
Y el vicio en la única razón para vivir… como suelen ser los vicios.
Me recuerdo caminando la ciudad en días de lluvia hasta llegar a una vieja casona del centro y subir la oscura escalera de mármol hasta encontrar el cuarto que me estaba esperando.
Era un cuarto alquilado para la ocasión, lleno de cosas del pasado con objetos y portarretratos de gente que yo no conocía. Una estufa encendida y el fuego iluminando esa cama alta de sábanas de hilo blancas, donde descansaría luego el cuerpo desnudo de la muchacha que estaba esperando.
Eran los días felices, los que yo pasaba encerrado por horas, escondido del mundo, amando un cuerpo de mujer hasta lo impensable.
Y entre las delicias y el vino, y la imaginación y el humo de los paraísos artificiales, transcurría mi vida.
El paraíso no es un lugar, el paraíso es la juventud.
¡Ah!... pero tenía otros vicios… o debilidades…
Las bibliotecas y los libros.
Así conocí a mis verdaderos maestros, a los elegidos.
Séneca, Casanova, Sade, Villers de L’Isle Adams, Oscar Wilde, Kavafis, Camus, Sartre, Mujica Lainez, Borges, Cortazar. Con los años me atreví a entender a las mujeres, con Virginia Wolf y Simone de Beuvoir.
Pertenezco a una generación educada por el cine. Por Fellini, Bergman, Tarkovsky, Buñuel, Godard, Ken Russell, Antonioni, Truffaut… y Visconti.
En la música consumí a Miles Davis, a Dave Brubbeck, a Los Beatles y a los clásicos.
En la pintura a Bacon, a Van Gogh, a Picasso, a Dalí, y por aproximación a mi amigo Uranga, y con el paso del tiempo a mi hermano Perez Celis, y a mi mujer Claudia Cogo.
Después de la lectura comencé a escribir.
Y la búsqueda interior comenzó.
Pero fuera de mi burbuja la historia del hombre continuaba.
Por suerte, continuaba también la rebelión del hombre en el mayo francés.
Y habiendo pasado ese codo de la historia llegamos a la luna.
Pero entonces comenzaron los temores y las dudas, y aparecieron las primeras máscaras.
Había que adaptarse a un mundo que empezaba a parecer peligroso, y satisfacer al morbo que comenzaba a galopar.
En medio de la orgía aparecieron los militares, robando, secuestrando, torturando y matando.
Como han hecho siempre en todos lados
Siempre nuestra libertad estuvo en peligro… y sigue estando.
Siempre haciendo equilibrios para sobrevivir.
Y el miedo generó las máscaras, que se multiplicaron con el paso del tiempo, hasta que la vida entera fue una mascarada.
“Soy una máscara
detrás de una máscara,
detrás de una máscara,
detrás de una máscara.”
Las máscaras me salvaron del horror
Los mecanismos de defensa del cerebro humano son increíbles. Te fabrican burbujas como pompas de jabón en medio del infierno… o te dan fuerzas para correr, para volar, para huir…
Europa maravillosa, soñada. Barcelona bella.
Después viví en Estados Unidos donde se criaron mis hijos y después mis nietos.
4 años los viví en México. En la propia USA no fue lo mismo Miami que Los Angeles. Durante los 80s volví por 3 años a esa Argentina donde bajo dictaduras de derecha fui socialista. Hoy soy un anarquista dialéctico que detesta la violencia, pero duda.
No reniego de esas dudas que hoy ya no me avergüenzan.
Hice un apostolado de la libertad de prensa. Me echaron de mi país por trabajar para el Dr. Carlos Ovidio Lagos en la Comisión de Libertad de Prensa en los 70s. Después estudié la justicia en USA para mi nuevo jefe y amigo con quien pasé las veladas más interesantes en Miami, Jesús Iglesias Rouco, director del mítico “El Informador Público”. Eso será un capítulo aparte.
Tuve además entre mis amigos a Arturo Uranga, Arturo Palenque Carreras, Roberto Fontanarrosa, Ovidio Miguel Lagos, Carlos Saldi y Perez Celis. Todos ellos me enriquecieron. Todos ellos ya no están. Se me han muerto en el camino mis mejores amigos, mis padres, mujeres que amé, una hija, un hermano, y gente que he querido mucho. La muerte me acompañó siempre y voy a cumplir 72 años.

Y Rosario finalmente terminó para mi.
Pero volviendo a la libertad de prensa. Me indigna que se la utilice tanto hoy para la injuria y la mentira. Tengo dudas sobre la pena de muerte a la que me opuse siempre y sobre la rebelión pacífica que siempre apoyé. En la democracia como está planteada ya no creo. Mi pensamiento es políticamente incorrecto.
Soy ateo. Pero no de esos ateos que creen que hay que dejarlos actuar con libertad, soy de esos ateos que creen que los religiosos deberían estar todos presos. Creo que las religiones son organizaciones criminales atentando contra nosotros.
No creo en el orden establecido, creo que trabaja contra nosotros.
¿Y quiénes somos nosotros? Voy a decirlo.
Somos los que creemos que el destino del hombre es ser libre, los que creemos que las máquinas tienen que trabajar para nosotros y repudio la maldición bíblica de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, los que entendemos que la propiedad privada debe tener límites y que la riqueza no puede estar centralizada, los que no aceptamos que un futbolista sea más rico que un científico que lucha por prolongar la vida, los que creemos que las grandes fortunas se han hecho no con inteligencia sino con picardía e inescrupulosidad, Soy de los que creen que la especie humana ha sido abusada siempre y que eso debe terminar.
Yo soy el que promueve la rebelión del hombre.