ENTRE LA NEGACION Y EL FUNDAMENTALISMO

Opiniones Alejandro Olmos Gaona

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ENTRE LA NEGACION Y EL FUNDAMENTALISMO
Entre algunas personas que me honran con su amistad, existen discrepancias sobre algunas cuestiones referidas a nuestra historia, y también en lo referido a la realidad política. A ello se suma la multiplicidad de amigos que tengo en Facebook, con ideas muy diferentes, y que ante algunos de mis posteos se trenzan en discusiones, tratando de mostrar lo que cada uno considera su verdad.
Siempre he creído que es bueno el debate respetuoso, el intercambiar ideas, y muchas veces a través del diálogo he podido rever algunas de mis posturas, ante consideraciones que quizás no había contemplado debidamente. Lo que si me parece inaceptable, y determina la imposibilidad de cualquier diálogo es cuando se niegan evidencias irrefutables y se cae en un fundamentalismo ideológico, donde no se trata de razonar, sino de imponer meras teorías, carentes de toda fundamentación empírica. Y muchas veces, cuando uno trata de explicar, mostrando una opinión valiosa, solo se hecha mano a cuestionarlo diciendo que es “un sesgo de confirmación”, como si mostrar un juicio relevante que coincida con la opinión que se sustenta, fuera de por si algo disvalioso, o significara dejar de lado otras opiniones.
Quizás Fu Lao Chang, que reflexionó sabiamente sobre la construcción del mito, diría que en la Argentina cultivamos muchos de ellos, y tomándolos como base podemos llegar a negar evidencias, y ejercer un fundamentalismo carente de toda razonabilidad. Lo he visto en ciertos análisis históricos, pero en los últimos tiempos y referido a la actualidad política pareciera que la negación y el fundamentalismo han crecido de manera exponencial. Podría citar muchos ejemplos, pero si vamos a la actualidad me resulta paradigmático en dos casos que se pueden comprobar hoy: 1.- Para muchos el kirchnerismo fue el mejor gobierno de la democracia, donde hay dos figuras que resultan intocables y eso permite que se desconozcan actos de corrupción evidente y decisiones gubernamentales que han resultado perjudiciales para la Nación (Privatización de YPF, prórroga del contrato de la Hidrovia, sometimientos a la justicia y a las leyes e los EE.UU. y renuncia a las inmunidades soberanas, prórroga de la concesión de cerro Dragón y otras a la Pan American Energy, vetos a la ley de glaciares y al aumento de las jubilaciones. Contratos lesivos con con Chevron y Dow por Vaca Muerta, utilización de los derechos humanos en función de las políticas del gobierno etc etc). 2.- Por otro lado, están aquellos que justifican al actual gobierno, se hacen los distraídos ante las tropelías y los agravios reiterados de Milei a todo aquello que lo contradiga, tienen “esperanzas” de que con su gobierno vamos a salir de la decadencia que nos ahoga, y cuando se muestran evidencias sobre la realidad que hoy vive el país, hacen una negación. No registran que ha proclamado la idea de destruir al Estado, que ha justificado a la dictadura militar, que se ha sometido incondicionalmente a las posturas de EE.UU. e Israel, que ha licuado salarios y jubilaciones, que ha quitado subsidios para los discapacitados y limitado al extremo lo necesario para a educación, la ciencia y la tecnología. Que ha hecho disminuir el empleo de manera abrupta, que ha aniquilado miles de pymes ante la imposibilidad de seguir en el actual contexto económico. Que utilizó su investidura presidencial para difundir una estafa, mientras personas vinculadas a él se enriquecían en minutos. Silencian que el que venía a destruir a la “casta” gobierna con ella, y también varios etcéteras mas.
Los que hacen una negación de los evidente y se mantienen en sus irreductibles posiciones me recuerdan lo que contaba don Miguel de Unamuno respecto a un gallego o vasco (no me acuerdo ahora) que viendo a un hipopótamo en un zoológico decía “ese animal no existe”
Lo mismo ocurre cuando se analizan otras épocas de la historia y se recurren a los cliches habituales para ensalzar a unos y demonizar a otros. Así pasa con limitar la figura de Roca a la campaña del desierto o considerar que todo lo ocurrido entre 1932 y 1943 fue "Infame" Consideraciones propias de personas que se dejan llevar por versiones interesadas, y las creen como si fueran verdades irrefutables. O aquellos para los cuales la ideologia que sustentan es la única posible, siendo el actual presidente un ejemplo de ello.
La negación de lo evidente y el fundamentalismo ideológico representan mecanismos psicológicos y sociales que operan de manera sutil pero profunda sobre las conciencias individuales y colectivas. Estos fenómenos distorsionan la percepción de la realidad, fomentan la obediencia ciega y suprimen el pensamiento crítico, creando un ciclo de autoengaño que solo acepta como verdad aquello que se alinea con una visión preconcebida. En esencia, la negación de hechos obvios genera disonancia cognitiva, donde el individuo rechaza la evidencia para preservar su estabilidad mental y emocional. Por su parte, el fundamentalismo ideológico transforma las creencias en dogmas absolutos, cerrando las puertas a cualquier contradicción y proclamando una "verdad" exclusiva que excluye alternativas. Esto no solo afecta la racionalidad personal, sino que puede escalar a nivel social, justificando opresión, polarización y, en casos extremos, totalitarismos.
Estos mecanismos operan muy sutilmente sobre las conciencias llevándolas a la distorsión de la realidad. La negación de lo evidente actúa como un filtro mental que ignora o reinterpreta hechos incómodos. Como señalaba George Orwell en su novela 1984, “El Partido te dijo que rechazases lo que veían tus ojos y oían tus oídos. Era su orden definitiva y más esencial”. Esto crea una desconexión entre la percepción sensorial y la creencia, donde la ideología prevalece sobre la experiencia directa, erosionando la capacidad de discernir lo real de lo fabricado. Por otra parte el fundamentalismo ideológico solo admite como verdad lo que proclama, convirtiendo las convicciones en barreras impenetrables. Friedrich Nietzsche lo expresó así: “Las convicciones son enemigos más peligrosos de la verdad que las mentiras” Las mentiras pueden ser desmentidas con hechos, pero las convicciones arraigadas resisten cualquier refutación, fomentando una rigidez mental que impide el aprendizaje y el crecimiento.
Hannah Arendt, en su análisis del totalitarismo, advirtió que." El sujeto ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido ni el comunista comprometido, sino aquellas personas para quienes ya no existe la distinción entre realidad y ficción, entre verdad y mentira” Cuando las conciencias pierden esta distinción, se vuelven vulnerables a la propaganda, aceptando narrativas que niegan la realidad evidente para sostener una ideología.
El fundamentalismo no solo distorsiona la verdad, sino que corrompe moralmente, justificando acciones extremas en nombre de una "verdad" proclamada y el dogmatismo que se ejerce rechaza la critica racional al priorizar “la visión” sobre las evidencias
Estos mecanismos operan como un lavado de cerebro gradual: comienzan con la supresión de dudas internas y escalan a la justificación de atrocidades colectivas. En sociedades modernas, se manifiestan en polarizaciones políticas, negacionismos científicos (como el cambio climático o pandemias) y cultos ideológicos que rechazan el diálogo. El resultado es una conciencia fragmentada, donde el individuo pierde autonomía y se somete a narrativas absolutas.
La negación de lo evidente y el fundamentalismo ideológico erosionan la libertad mental, convirtiendo a las personas en prisioneras de sus propias creencias. Solo a través del pensamiento crítico se puede restaurar la conexión con la realidad y fomentar sociedades más abiertas y racionales. Para combatir estos fenómenos, es esencial promover el debate con fundamentaciones razonables y la humildad intelectual, recordando que la verdad no es posesión de una ideología, sino un proceso continuo de descubrimiento.

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