
Manual del autoritario: Cómo los Gobiernos de Georgia, Eslovaquia y Serbia usan iguales narrativas y tácticas contra las protestas
Rusia amplifica el planteamiento de las protestas como intentos de golpe de Estado y parte de la injerencia occidental contra la soberanía de Serbia, Eslovaquia y Georgia
Mundo IstinomerProtesta en Belgrado, Serbia. Foto de CRTA, usada con autorización.
Este artículo colaborativo, escrito por los equipos de Istinomer (Serbia), Demagog (Eslovaquia) y FactCheck (Georgia) apareció originalmente en Istinomer (Truth-O-Meter), iniciativa de comprobación de hechos del Center for Research, Transparency and Accountability (CRTA). Global Voices publica una versión editada y actualizada en vrtud de un acuerdo de intercambio de contenidos.
Las protestas han estallado en Georgia, Eslovaquia y Serbia, cada una impulsada por crisis políticas distintas, pero que han enfrentado discursos manipuladores sorprendentemente similares de sus Gobiernos. A pesar de las diferencias en los contextos locales, los partidos gobernantes de los tres países despliegan tácticas retóricas paralelas para desacreditar a los manifestantes, deslegitimar las críticas y consolidar su poder.
En la escena política de estos países vemos Gobiernos que se distancian abiertamente de la Unión Europea, se inclinan hacia Rusia o lo hacen menos abiertamente mientras emplean tácticas de propaganda rusa. Las protestas masivas de ciudadanos descontentos por un lado enfrentan políticos en el poder que parecen estar utilizando el mismo libro de jugadas (y narrativas del manual de Rusia). Se repiten frases sobre una revolución de color, valores tradicionales, el “malvado” Occidente y Maidan (en referencia al levantamiento ucraniano de Euromaidan de 2013).
Interferencia extranjera y el manual de la ‘Revolución de Color’
En los tres países, loa Gobiernos encuadran las protestas como instigadas por extranjeros de una “revolución de color”. La táctica no es nueva, pero ha resurgido con renovada intensidad.
En Georgia, el partido Sueño Georgiano acusa a Occidente y a las organizaciones internacionales como USAID y NED de incitar a un golpe al “estilo Maidan” a través de agentes locales, ONG y activistas. Por ejemplo, el primer ministro, Irakli Kobakhidze, ha acusado a los críticos nacionales de ser “agentes del Partido Guerra Global” que trataron de derrocar el Gobierno y arrastrar a Georgia a la guerra con Rusia cuatro veces desde 2022.
En Eslovaquia, el primer ministro, Robert Fico, sostiene que las protestas tienen el respaldo de actores extranjeros, incluidos el servicio de inteligencia ucraniana y la Legión Georgiana, y vincula las manifestaciones con el levantamiento de Maidan en Ucrania.
En Serbia, el presidente, Aleksandar Vučić, revive la retórica de la década de 1990, y retrata a los manifestantes como mercenarios occidentales que buscan un golpe con respaldo del extranjero. Descarta las manifestaciones estudiantiles como el intento de intentar desestabilizar, y enmarcan las protestas como “revolución de color».
Se deslegitima a los manifestantes y se niega la acción
Otra táctica común es describir a los manifestantes como títeres de planes extranjeros, y despojarlos de acción personal y quejas genuinas.
En Georgia, a los manifestantes contra la ley de agentes extranjeros parecida a la rusa se les pinta como radicales, “liberales-fascistas”, “activistas LGBTQ+” y agitadores contra la Iglesia, se les acusa de difundir “propaganda occidental”. A los manifestantes también los llaman “sin patria” (lo que significa que sus lealtades están en otros países y no Georgia) y “agentes extranjeros”.
En Eslovaquia, el Gobierno propaga la falsa afirmación que la tercera parte de los manifestantes eran ciudadanos ucranianos a quienes la oposición llevó en buses.
En Serbia, el Gobierno usa el nacionalismo como arma, y acusa a los estudiantes de ser espías croatas y enmarcan las protestas como un complot para separar a Vojvodina de Serbia.
Temor, conspiración y guerra híbrida
Los tres Gobiernos se apoyan en mensajes que generan miedo, y enmarcan las protestas como precursoras de violencia y caos.
Las autoridades georgianas, incluido el Servicio de Seguridad Estatal, advierte de un golpe violento con respaldo de inteligencia extranjera, que estará seguida de una guerra con Rusia. Los canales a favor del Gobierno amplifican las conspiraciones y vinculan las protestas a complots occidentales para abrir un segundo frente contra Rusia en Georgia. Sin presentar evidencia, funcionarios georgianos acusan sistemáticamente a organizaciones internacionales de interferencia extranjera, y violan la soberanía de Georgia con financiación a las organizaciones de la sociedad civil locales y comisiones, y con protestas.
Rusia amplía el planteamiento que el partido gobernante de Georgia hace de las protestas como intentos de golpe, que serán seguidos de una guerra con Rusia. Sergey Naryshkin, jefe del Servicio de Inteligencia del Servicio Exterior ruso, dijo que “Tiflis enfrenta otro intento de revolución de color, o de golpe de Estado” similar a “abiertos intentos anteriores de desestabilizar a Bielorrusia y Kazajistán que fracasaron».
En Eslovaquia, se han vinculado amenazas de bomba y ciberataques a los manifestantes sin evidencia, lo que aviva la narrativa de que las manifestaciones son parte de un mayor efecto desestabilizador.
El Gobierno eslovaco está usando una narrativa de interferencia extranjera y paralelos con revoluciones de color, con el objetivo de deslegitimar las manifestaciones y retratar a la oposición como parte de una conspiración mayor contra el Estado. El primer ministro Fico culpó a un oscuro “grupo de expertos que habían participado en las protestas en Georgia y Ucrania” de estar desestabilizando al país. Fico y el ministro del Interior, Šutaj Eštok, también insinuaron interferencia extranjera de Ucrania, y dijo que una parte significativa (un tercio, a veces incluso la mitad) de los manifestantes eran ucranianos, importados en buses de los partidos de oposición (STVR).
Los funcionarios y medios a favor del Gobierno difundieron teorías de la conspiración de que el derrumbe de la marquesina de Novi Sad —un trágico accidente— fue un acto de distracción con el objetivo de desestabilizar el país. También dijeron que las protestas están destruyendo la economía de Serbia.
El parlamentario Vladimir Đukanović, del gobernante Partido Progresista Serbio, culpó a las organizaciones de la sociedad civil Trag y CRTA por “preparar caos y una revolución de color en Serbia”, mientras las “financia un grupo criminal organizado, USAID, que usó el dinero del tráfico de drogas que cubre a los cárteles mexicanos”. Después de que la presidenta del Parlamento serbio, Ana Brnabić se refirió a las protestas como una “bien coordinada acción del extranjero”, los ​medios expresaron comparaciones con protestas contra el presidente ruso, Vladimir Putin, y sugiere que la oposición buscó “derrocar el Gobierno con un planteamiento al estilo ucraniano” orquestado por los “mismos centros de poder”.
De conformidad con las tendencias autoritarias globales
Las narrativas en los tres países reflejan tendencias autoritarias mayores. Términos como “Estado profundo”, “agentes extranjeros”, y “revoluciones de color” se han convertido en herramientas para calumniar a oponentes y justificar represiones a la sociedad civil.
El cruce de narrativas en todo Georgia, Eslovaquia y Serbia no es coincidencia, sino un manual autoritario compartido que usa la desinformación y el temor a reprimir el desacuerdo como armas. Aunque cada país enfrenta sus propias dificultades políticas, la retórica repetida destaca una tendencia global de recaída democrática.
¿Qué está pasando últimamente en estos tres países?
A comienzos de noviembre de 2024, un toldo se derrumbó en la estación de trenes de Novi Sad, y dejó 15 muertos. Después de eso, ha habido protestas contra la corrupción en Serbia desde los primeros meses de 2025, encabezada por estudiantes. En paralelo, maestros, estudiantes y graduados han continuado con protestas y bloqueos de escuelas en todo el país. A fines de enero de 2025, más de 416 ciudades y pueblos han visto acciones de protesta. Una encuesta de la opinión pública de CRTA en febrero mostró que aproximadamente el 80% de los estudiantes de serbios apoyan los pedidos de los estudiantes, y un tercio de la población participa en las protestas.
La organización internacional Freedom House advirtió que Serbia ha tenido el peor deterioro en democracia y derechos humanos en los últimos diez años. Amnistía Internacional reveló el generalizado uso de Serbia de tecnologías de vigilancia, como el software espía Pegasus del grupo NSO y un recién revelado sistema nacional Android NoviSpy para reprimir a la sociedad civil. El presidente Vučić sigue funcionando como «dictador asesor» (gobernante autoritario que permite algo de expresión democrática mientras reprime el desacuerdo abrumadoramente), mientras los medios siguen centrados en él como figura central, dan forma a su culto de la personalidad, mientras difunden narrativas contra Occidente.
Después de que la reunión no anunciada del primer ministro eslovaco, Robert Fico, ’con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Moscú en diciembre de 2024, surgió una ola de indignación pública, que llevó a protestas. La reacción se intensificó después de los comentarios del vicepresidente del Parlamento, luego respaldado por el propio Fico, de que Eslovaquia no debería descartar la posibilidad de salir de la Unión Europea. En respuesta, los organizadores de protestas movilizaron manifestaciones para reafirmar el compromiso de Eslovaquia de integrar la Unión Europea.
Hay protestas en más de 50 ciudades en varias regiones de Eslovaquia. La mayor protesta, el 7 de febrero de 2025, llevó a más de 100 000 personas a las calles: 45 000 en Bratislava, 20 000 en Košice, 8000 en Banská Bystrica, y en varias ciudades más pequeñas que no tienen tradición de organizar protestas.
Las protestas las organiza cada segundo viernes la organización Mier Ukrajine (Paz para Ucrania). Inicialmente, empezó como una reacción a la visita del primer ministro Fico a Moscú, pero después de expandió a expresar mayor insatisfacción social con las acciones del Gobierno. Los manifestantes piden que el primer ministro deje de intentar cambiar la orientación de las políticas exteriores de Eslovaquia, cuestionan su integración a la Unión Europea y la OTAN, y buscar la cooperación con Rusia. También piden acabar con los ataques contra Ucrania y exigen la renuncia del primer ministro.
En junio de 2022, surgieron manifestaciones masivas después de que Georgia no accedió a la condición de candidato a la Unión Europea. En febrero de 2023, el partido gobernante presentó una ley de «agentes extranjeros» como la rusa, ampliamente considerada incompatible con los parámetros internacionales de derechos humanos sobre libertad de expresión y asociación, y el artículo 78 de la Constitución de Georgia, que obliga a todos los entes constitucionales a tomar todas las medidas dentro del alcance de sus competencias para garantizar la integración total de Georgia a la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Por las protestas y la condena internacional, se retractaron del proyecto,. Sin embargo, en abril de 2024, el partido gobernante volvió a presentar la ley pese a que prometió que no lo haría. Pese a meses de protestas en todo Georgia, condena de socios occidentales, violenta represión contra los manifestantes, y un veto presidencial, la ley se aprobó en junio de 2024.
Las protestas volvieron a empezar después de las elecciones parlamentarias del 26 de octubre, pero fue la afirmación de Sueño Georgiano del 28 de noviembre lo que volvió a encender las protestas que aún persisten. El partido declaró que “no pondría la agenda del inicio de las negociaciones para acceder a la Unión Europea antes del final de 2028. También hasta fines de 2028, rechazamos toda subvención de apoyo presupuestario de la Unión Europea”, con lo que efectivamente se detiene el proceso de integración de Georgia a la Unión Europea.
Protesta en Tiflis, 21 de abril de 2024. Imagen de Jelger Groeneveld vía Flickr (CC BY 2.0).
La gente llegó en masa al exterior del Parlamento en Tiflis, y la respuesta de las autoridades fue reprimir a los manifestantes y periodistas, los arrestó y golpeó. Desde las protestas, Sueño Georgiano ha aprobado varias leyes represivas que aumentan las multas a los manifestantes, hace más fácil despedir a servidores civiles, expandir el alcance de las designaciones políticas en el servicio civil, expandir el alcance de la detención extrajudicial, y simplificar los reclutamientos a la Policía.
Recientemente, el partido gobernante presentó mas legislación dirigida a censurar a los medios independientes y reprimir a las organizaciones de la sociedad civil. Pese al creciente autoritarismo, los manifestantes siguen pidiendo elecciones anticipadas y libertad para los prisioneros políticos.
Este articulo es de GV Advox, un proyecto de Global Voices con su propio sitio web, en pro de la defensa de la libertad de expresion y contra la censura en internet. ·





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