Cuatro paredes: la delgada frontera entre estabilidad y pobreza

Cine de calado. Película de la que no se sale como se entró. Cuatro paredes, del realizador, guionista y productor Ibon Cormenzana, se adentra en la intimidad de una madre y una hija que, tras la repentina ausencia del padre, luchan por salir adelante en un escenario en el que, una vez más, se evidencia la delgada línea que, económica y emocionalmente, separa estabilidad y pobreza.

FILMS Javier López Iglesias

1003743791702_256219670_1706x960-e1749405410593La película está protagonizada por la jovencísima Sofía Otero, ganadora del Oso de Plata en la Berlinale por su papel en 20.000 especies de abejas, y Manuela Vellés. Ambas manifiestan, desde el primer encuadre de una película rodada en doce planos secuencia —cada uno de los cuales corresponde a un mes del año—, una química tal que convierte su historia compartida en un ejercicio narrativo y cinematográfico realmente conmovedor. Completan un reparto más que solvente Roberto Álamo, Elena Irueta y Ramón Barea.

Tras la repentina muerte de su padre, Sofía, una despierta niña de diez años que hasta entonces ha vivido sin aprieto alguno, debe enfrentarse a una nueva existencia en la que, en compañía de Juana, su madre, que no acaba de asumir la tragedia, luchará por salir adelante.

Para sobrellevar esta compleja situación, que día a día va tornándose más tensa —pues, pese a sus esfuerzos, la ahora cabeza de familia no logra encontrar un trabajo que les proporcione estabilidad económica—, la pequeña buscará refugio en las clases de teatro a las que está apuntada desde hace algún tiempo, una realidad paralela que le permitirá evadirse al mismo tiempo que le descubrirá su vocación. Pero esta salida también amenaza con quebrarse…

 

«La narrativa de Cuatro paredes explora el duelo y la búsqueda de sentido en un proceso de recuperación emocional, subrayando el papel clave que pueden jugar la familia y la comunidad», explica Ibon Cormenzana (Bilbao, 1972), director de una decena de largometrajes y productor de más de cincuenta películas y series, y fundador de Arcadia Motion Pictures, productora cuyas películas han logrado 34 Premios Goya y más de un centenar de galardones en diferentes festivales nacionales e internacionales.

Bajo su dirección, en 2020 nació Mundo Cero, una productora cuyo objetivo es crear contenido audiovisual para educar, concienciar y provocar una transformación en la sociedad sobre temas como la guerra, la pobreza, la desigualdad, el clima, la educación, la salud y la sostenibilidad. Para ello se centra no solo en la producción de películas que apoyan los proyectos de diversas entidades sociales, sino también en la realización de eventos divulgativos y formativos y de contenidos para su canal de YouTube.

Hate Songs (2023), primera película de este sello, abordó el genocidio de Ruanda. Cuatro paredes, la segunda producción de Mundo Cero, es, según su director, «una película que esencialmente relata una historia de amor entre una madre y una hija en lucha por superar juntas una pérdida que nunca imaginaron mientras la fina línea que separa la estabilidad de la pobreza se desmorona bajo sus pies. Ellas se quedarán solas formando una familia monomarental y viviendo las consecuencias que esto tiene a nivel económico, emocional y en su propia relación, que sufrirá un notable cambio».

«Sofía es una niña que, como todas, debe estar cuidada por su madre, pero la cuestión que planteamos aquí es… ¿y quién cuida a esa madre cuando la vida da un giro tan drástico? ¿Qué puede hacer ella? En la película hemos querido mostrar ese proceso de cuidado, esa necesidad por parte de ambos personajes de cuidarse mutuamente cuando se quedan solas. Esa fuerza de intentar seguir adelante frente a todas las adversidades que la vida les está poniendo. Sofía busca en el teatro una vía de escape a su realidad cotidiana; Juana solo podrá luchar contra los condicionantes de la vida. Los cuidados y comportamientos tradicionales que esperamos de una madre hacia su hija cambiarán de manos y Sofía tendrá que ejercer un papel que nunca a una niña le debería tocar».

En definitiva, desde la realidad y la conmoción, el filme aborda una historia sobre el riesgo de la pobreza infantil y sus consecuencias. Es por ello que, en esta ocasión, la productora ha colaborado con el proyecto Impulsa de la ONG Save the Children, que tiene como objetivo apoyar a niños en riesgo de exclusión y a sus madres en barrios marginales de toda España.

«En el proceso del guion —concluye Cormenzana—, Save the Children nos invitó a escuchar las historias de mujeres en los centros con los que colaboran en Barcelona y Madrid, y ellas, generosamente, nos expusieron sus miedos y sus dificultades como madres de familias monomarentales. Algunas habían perdido a sus maridos o estos habían desaparecido y ellas se veían obligadas a dejar a sus hijos menores solos en casa para poder ir a trabajar. Aun así, muchas no llegaban a fin de mes, trabajando por horas y sin contratos, consiguiendo escasos euros para alimentar a sus hijos como podían. Admitir tu grado de pobreza es muy duro. Muchas lo esconden; la ayuda es algo que cuesta pedir. Algunos de los niños y niñas sufrían bullying en la escuela y se avergonzaban de su situación, lo que causaba conflictos entre madres e hijos. Algunas buscaban ayuda psicológica tras intentos de suicidio; otras se medicaban por depresión».

«Todos estos testimonios —apostilla el cineasta— nos sirvieron para crear nuestra historia, siempre buscando el respeto y teniendo muy presente que ellas se vieran reflejadas. Sentimos que esta forma de contar la historia puede concienciar a la gente sobre los graves problemas que se viven en nuestra sociedad y reflejar algo tan evidente como que a cualquiera de nosotros nos podría pasar algo así».

Directa al corazón, Cuatro paredes remueve y, a través de un sólido cine lleno de verdad, retrata la vida misma. Que cada cual lo asuma como su conciencia disponga.

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