

LA POESÍA ES UN EMBAJADOR DEL INFIERNO
La poesía miente,
nos convence de cosas que no existen.
La tierra está infectada,
todos los cielos están quemados.
Unos pocos de nosotros se están quedando con todo
y nos están matando.
La inmensa mayoría muere de hambre,
enferma y sometida.
El hombre cree en la democracia,
en el capitalismo,
en el comunismo
y en formulas que inventan los emisarios de si mismos.
El hombre domado cree en quienes nos gobiernan.
Alguien le dijo que no podemos hacer nada.
Era más caro mantener a un esclavo en Lousiana en 1850
que pagarle hoy a una señora que cose en una factoría.
El hombre,
imbécil,
retrasado en su evolución intelectual,
manso,
camina descalzo hacia su propia muerte
por el camino de espinas que le indicaron.

Pier Paolo Pasolini. La poesía de la transgresión




Pesar por muerte del poeta palestino Mourid Barghouthi
De amor, vida, desplazamiento y Palestina, sus palabras tocaron a millones

María Martínez Bautista / Madrid, España, 1990. Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense. Ha publicado los poemarios Primera noche en las ciudades nuevas (Ayuntamiento de Málaga, 2012; próxima reedición en La Bella Varsovia) y Galgos (La Bella Varsovia, 2018), que obtuvo el II Premio “Javier Morote”. Ha traducido al castellano la poesía de Gaia Ginevra Giorgi (Maniobras secretas; La Bella Varsovia, 2018) y de Antonia Pozzi (Inicio de la muerte; La Bella Varsovia, 2019). Sus poemas han aparecido en revistas y antologías como Tenían veinte años y estaban locos (edición de Luna Miguel; La Bella Varsovia, 2011). Actualmente trabaja como editora.

El deseo y lo deseado. Una conversación con Mariana Spada
Alguien dijo que lo contemporáneo es producto del choque entre lo arcaico y lo moderno. En esa colisión se cifra buena parte de la fuerza y la gracia de Ley de conservación (Gog & Magog, 2019), el primer libro de Mariana Spada (Entre Ríos, Argentina, 1979), donde su voz se presenta ya entera y, a la vez, se hace cargo de que escribir poesía se parece “a ir tanteando con cautela las partes nuevas del cuerpo”, poema a poema. Hay algo de otro tiempo en la poesía de Spada: un léxico abundante sin dejar de ser preciso, un deleite pausado en la contemplación de los paisajes fluviales de la infancia y un tono contenido que, en algunos momentos, sin embargo, deja pasar la urgencia del presente. De todos modos, no hay que confundir conservación con conservadurismo. Más que de conservar lo recibido, se trata de ejercer un cuidado ante y por el mundo, aunque esa mirada cuidadosa a menudo se vuelva quirúrgica. La observancia de esa ley de conservación consiste en el cultivo de una voz “a ecuánime distancia entre el deseo y lo deseado”, entre el tronco caído del árbol genealógico y las hierbas silvestres que, filosas y felices, proliferan. *