El poder de la “experiencia personal”: Entrevista con el artista egipcio Youssef Nabil

ENTREVISTAS 22 de diciembre de 2020 Por Omid Memarian
Youssef Nabil, Egipto. Fotografía, Arte contemporáneo, Venecia, Italia, Nueva York

El Museo del Palazzo Grassi de Venecia, Italia, acoge una exposición de más de 120 fotografías y tres películas del renombrado artista egipcio Youssef Nabil hasta el 10 de enero de 2021. “Había una vez un sueño”, a cargo de Matthieu Humery y Jean-Jacques Aillagon, “reúne más de 120 obras que trazan toda la carrera del artista”.

Nabil nació cido en Egipto en 1972, y es uno de los fotógrafos y artistas más emblemáticos del mundo, cuyas obras han sido presentadas en exposiciones y museos de todo el mundo en la última década. Nabil pinta sobre fotos en blanco y negro y crea composiciones que muestran a sus sujetos como inalcanzables. Su técnica mezcla la pintura y la fotografía, inspirada en los carteles de cine pintados a mano de las décadas de 1940 y 1950, y recuerda al mundo predigital.

Las fotografías de Nabil son una combinación de nostalgia e idealismo, deconstrucción y belleza, realidad e ilusión, y en última instancia, el producto de la intervención sensible del fotógrafo en la conformación de la obra final. En el proceso de formación de su trabajo, la pintura es tan importante como la fotografía. Dice que cada una de sus fotografías es el producto de su conexión personal con el sujeto, relación que difiere de una foto a otra y que en última instancia hace que cada foto sea diferente de otra.

Nabil finalmente se dedicó a hacer películas. En una entrevista con Global Voices, explica su uso de este nuevo medio de expresión artística, su fotografía y su relación con Egipto.Omid Memarian: Eres bien conocido por tu fotografía y tus retratos, en particular. También has hecho tres películas, Arabian Happy Ending (2016), I Saved My Belly Dancer (2015), You Never Left (2010). ¿Qué recibes de hacer una película como medio que no recibes de la fotografía?


Youssef Nabil (YN): En mi mente, siempre estoy haciendo una película cuando estoy haciendo fotografía. Siempre me preparo como si estuviera contando una historia. Me ocupo de todos los detalles. Quiero que las fotos se sientan como escenas tomadas de una película. Así que las películas han sido la inspiración detrás de mi fotografía y la razón por la que empecé a tomar fotos. Incluso técnicamente, la pintura de mi fotografía proviene del cine, de los viejos carteles de películas pintados a mano, los retratos de estrellas de cine y las películas en Technicolor. Quería que esta sensación de época estuviera en mi fotografía, con un enfoque contemporáneo. Nunca quise usar película en color. Estamos hablando de una época anterior a la era digital. A principios de la década de 1990, todo el mundo usaba película a colores, y yo todavía quería tomar fotos en blanco y negro, y usar la misma vieja técnica de fotografía para la pintura. Así que pasar de la fotografía a las películas fue una progresión natural. Era algo que tenía que llegar. Ahora estoy pensando en hacer un largometraje.


OM: ¿Cómo empezaste a fotografiar retratos?


YN: Son las personas que quería conocer: todos los actores y actrices son figuras icónicas que crecí viendo en la televisión y en el cine. Solo quería conocerlos porque tengo esta significativa conciencia del momento, una conciencia del tiempo en que la gente muere, como pasó los anteriores y los posteriores a nosotros. Descubrí esto a edad muy temprana, y para mí, la cámara era quizás el único medio que podía congelar un momento y hacerlo eterno. Ya fueran actores o mis amigos y familiares o incluso yo mismo, para mí, es un encuentro, una reunión, un momento con gente que podría conocer una vez, y lo que queda es el trabajo que hicimos juntos.
OM: Creciste en Egipto y te fuiste en 2003 cuando te mudaste a París para una residencia de arte, y luego viviste en Nueva York desde 2006 hasta 2018. ¿Cómo ha afectado tu educación a tu arte, principalmente a tus retratos pintados a mano?


YN: Todo mi trabajo, ya sea la técnica o los temas, proviene de mi experiencia personal. Lo que me inspiró a pintar mis fotos vino de Egipto. Cuando era niño, me sentaba atrás del auto de mi familia. Lo que más me gustaba era ver los carteles de las películas por el camino. El Cairo era importante en cines. Lo llamábamos “Hollywood en el Nilo“. Crecí viendo todos esos carteles de películas en las calles, todos pintados a mano. En nuestra casa, también teníamos muchos retratos familiares pintados a mano. Quería mantener eso en mi trabajo. Viene de la experiencia con la que estaba en contacto y lo que la vida me ofrecía allí.

Quería estudiar arte o cine, pero durante dos años, todas las escuelas de arte de Egipto me rechazaron. Fue un momento difícil para mí, así que decidí hacer mi propio arte. Llamé a mis amigos de la escuela, y pedí prestada una cámara y unos años después quise pintar fotos en blanco y negro que tomé de mis amigos. Inspirado por las viejas películas, me negué a usar películas a color y aprendí a pintar impresiones en blanco y negro. Tuve que aprender la técnica de los viejos y últimos “retocadores” de estudio, como se llamaban. Quería que mi trabajo pareciera una pintura. Me encantaba la combinación de la fotografía y la pintura. Por supuesto, me llevé todo eso de Egipto a Nueva York. Fue algo natural, no algo que decidiera hacer.

OM: ¿Cómo eliges qué usar para una foto?


Es una decisión muy personal y espontánea. Me gusta algún grado de azul, y lo uso mucho en mi trabajo, y a partir de eso, muchos pueden decir que es mi trabajo. Y lo mismo con el color de la piel o un rojo en particular que me gusta y uso mucho. Todas las decisiones que tomo son muy personales.


OM: Tus tres películas tratan de temas sociales de nuestro tiempo en una región problemática: desde hablar de sexualidad hasta explorar el sentimiento de “dejar y anhelar, muchos años después de haber salido de Egipto, la libertad”. ¿Cuál ha sido la reacción del mundo del arte al plantear estos temas en tu trabajo? ¿Ha afectado también a cómo haces tu fotografía ahora?


YN: Cuando hablo de sentimientos o experiencias personales, preocupaciones, y la cultura de la que vengo, siempre trato de vincularlo a un nivel universal. Para que todos puedan identificarse. En “I Saved My Belly Dancer”, hablé de que este arte siempre es atacado indirectamente por algunos en Medio Oriente porque dicen que es inmoral. La película es más sobre lo que quieres guardar en tu memoria para vivir contigo, aunque ya no sea parte de la realidad. En mi caso, elegí hablar de una bailarina del vientre. Podría ser alguien que amas que ya no forma parte de tu vida o recuerdos de la infancia en tu país que no existen en el país que eliges vivir. Así que para mí, se trataba de la memoria. En “You Never Left”, hablo de la idea de que cuando decides dejar tu casa e irte, tu país nunca te deja. Sentí que una minimuerte me estaba sucediendo, y tuve que nacer de nuevo en un nuevo lugar, y creo que cualquiera que decida elegir un nuevo lugar como hogar puede identificarse.


OM: En tus fotos, quitas algo del elemento de tiempo y realidad y los llevas a un espacio único que parece pertenecer a nuestros recuerdos. ¿Cuál es tu proceso de pensamiento en la creación de esas cualidades?


YN: Nunca lo planto. Algunas cosas vienen de mí, mi carácter, mi vida, cómo veo a la gente, cómo me expreso, cómo quiero que se sienta y se vea el mensaje, y todo lo que no puedo poner en palabras. Por eso tomo fotos. Esa es mi visión del mundo que quiero compartir. Probablemente por eso no hago reír a la gente o por eso me fotografío desde atrás. Yo no decido esto. Incluso con las pinturas, ¿cómo puedes elegir cuando el trabajo está listo? Cuando dice lo que querías decir. Así que tomo decisiones muy natural y espontáneamente.


OM: ¿Qué artistas tienen más influencia en tu trabajo? ¿Cómo han moldeado tu experiencia artística y cómo miras el arte?


YN: Definitivamente es el cine el que ha dado forma a mi visión. Películas antiguas. Sean egipcias, europeas o estadounidenses. Crecí en la década de 1980 en El Cairo. Eso fue antes de internet, la televisión por cable y los teléfonos móviles. Más tarde, me enteré de otros artistas, especialmente en Nueva York, como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Keith Haring. Me interesaba mucho lo que estaba pasando con el movimiento de arte estadounidenses de la década de 1980. Especialmente Andy Warhol, pero no quiero decir que sea mi inspiración. En la década de 1990 fui a Nueva York y descubrí más artistas; el primer libro de biografía de Frida Kahlo acababa de salir en marzo de 1993, y lo estaba leyendo en Nueva York y me conmovió, me emocionó y me fascinó su historia porque estaba convirtiendo principalmente su dolor en arte, solo estaba haciendo arte relacionado con su vida personal. Me encanta Jean-Michel Basquiat. Me encanta todo artista cuyo trabajo es personal, no importa su medio o lo que haga. Solo necesito sentir que hay algo personal.